Generosas colinas boscosas, un río sereno bordeado de altas acantilados dorada, una llanura agrícola preservada... El valle de Vézère, en Périgord, es un remanso de vegetación donde es bueno pasear.
Paisajes y Prehistoria
Si las laderas están densamente boscosas, en la llanura aluvial la agricultura mixta de cultivos y ganadería ha configurado un paisaje en mosaico, salpicado de nogales o castaños, y donde pequeñas parcelas, generalmente estrechas, dan cabida a una producción diversificada y de calidad. El hábitat es tradicionalmente disperso. Las ciudades principales y las numerosas aldeas suelen tener un carácter arquitectónico notable con tejados de pizarra más impresionante.
Pero los paisajes del valle no serían nada sin la hermosa acantilados de piedra caliza que bordean el río desde sergeac et Saint-Léon-sur-Vézere a limeuil. Estos acantilados, que pueden alcanzar los cien metros de altura, dan identidad al valle. Llevan huellas de una ocupación humana prehistórica e histórica excepcional (refugios prehistóricos, viviendas trogloditas de la Edad Media) y esconden en su corazón un patrimonio único en el mundo: las famosas cuevas decoradas, la más conocida de las cuales es la de Lascaux en Montignac-Lascaux.
Etiquetado Gran Sitio de Francia
El valle del Vézère, desde Terrasson-Lavilledieu hasta Limeuil, posee un patrimonio arqueológico excepcional de renombre mundial. A través de su ocupación ancestral, el hombre siempre ha mantenido un estrecho vínculo con los componentes físicos del valle, en particular con su paisaje: todo este territorio porta símbolos y valores patrimoniales que confieren al valle de Vézère una fuerte dimensión cultural.
Desde 2009, conscientes del patrimonio que tienen en sus manos, las comunidades han emprendido un operativo Gran Sitio de Francia.
El 31 de enero de 2020, el valle del Vézère se convirtió en el vigésimo Gran Sitio de Francia y el segundo de Nueva Aquitania.